Rio 2016: la experiencia de vivir los JJ.OO. sintiéndose "local"



Son las 7.15 del lunes 15 de agosto y la 'Central do Brasil', el epicentro del transporte público de Río de Janeiro parece la terminal de Retiro. Decenas de camisetas celestes y blancas van derecho a tomar el tren que los deje en la estación "Maracaná", porque juega la selección de voley ante Egipto.

La escena puede repetirse en el Metro o en el Transolímpico, camino al Parque Olímpico de Barra da Tijuca. La imagen es la misma siempre: cientos y miles de argentinos en las calles de a cidade maravilhosa. "Ohhhh, te copamos Río, brasilero, pecho frío...", es la primera canción que surge para mostrar lo que se vive en Río de Janeiro.

Los cariocas, que hinchan por cada país que se enfrenta a cualquier representante argentino, en la disciplina que sea, se preguntan una y mil veces entre ellos qué es lo que tiene que pasar para que la hinchada argentina se calme. No hay caso. Cualquier excusa viene bien para juntarse en grupo y gritar "Vamos, vamos, Argentina, vamos, vamos, a ganar...".

La convivencia con los brasileños es normal en la calle pero complicada dentro de cada estadio. Mucho más cuando, además de gritar los goles/tantos del rival de Argentina, quieren cargar. Por momentos el clima se caldea y hasta vuelan algunas piñas al aire. Es difícil soportar el gaste de una persona que se burla en tu cara de que tu selección está quedando eliminada. Más de uno cuenta hasta mil para no reaccionar, algo que a cierta altura ya es más que valorable.

En los modernosos estadios, un promedio de 3 mil personas van a ver a los deportes en grupo. Todos los partidos, claro, se viven como uno de fútbol. "Argentina vamos, ponga huevo, que ganamos...", "[...] Porque los jugadores me van a demostrar... Que salen a ganar, quieren salir campeón, que lo llevan a dentro, como lo llevo yo...", retumban cada lugar. Se le pone la piel de gallina hasta al más duro.

Cuando se termina cada partido, la hinchada se queda un tiempo más cantando, compitiendo por su propio orgullo que, si hubiera un medallero que lo representara, indicaría que está primero cómodo. Los argentinos se sienten, por momentos, dueños de Río de Janeiro y locales. No es para menos, en cada sede de los Juegos Olímpicos, hay un hincha gritando por Argentina. A las 3 medallas doradas que se lleva la delegación, hay que sumarle una más: la que ganaron los miles que viajaron a Brasil.

Los Leones y la satisfacción de concretar los sueños que se planifican



Son las 6 a.m y suena el despertador para Los Leones. Falta un día menos para los Juegos Olímpicos de Río 2016 y hay que ir a entrenar. La situación puede referirse a cualquier día de preparación del último tiempo. No importa qué esté pasando afuera. El objetivo es claro y no hay tiempo para desviarse del camino. Ni tampoco ganas, porque si hay algo que hace a un campeón olímpico, es el convencimiento.

Bajo las órdenes del Chapa Retegui, el plantel realiza una pretemporada en Mar del Plata de dos semanas. Los jugadores corren de 32 a 35 kilómetros por día, según indica el GPS. Si están cansados, se entrena. Si hay dolores, también se entrena. "Cuando el cuerpo se acostumbra a entrenar, no te lesionás", dijo en algún momento el DT. Los jugadores, convencidos, cumplen a rajatabla. Disciplina, otro de los elementos vitales para ser campeón olímpico.

El oro de los Leones no se construyó de un día para el otro. Hubo derrotas, hubo momentos difíciles, se fue subiendo la vara, hubo juveniles campeones en 2005 que se consolidaron en la mayor, hasta que, en 2014, el equipo se subió al podio en el Mundial de la Haya. Todo dejó de parecer "imposible".
La selección fue formando el título olímpico durante años. Lo pensó, lo soñó, se lo imaginó todo el tiempo. El primer paso fue creer que se podía. El segundo, lógicamente, fue trabajar durante todo el ciclo olímpico en lograr el objetivo. Y cuando uno puede alcanzar lo que planificó durante tanto tiempo, el sabor es otro.

Los Leones fueron mejor que todos. Físicamente, Argentina pasó por arriba a todos sus rivales y nunca le importó a quién tenía enfrente. Mostró un juego disciplinado, y jugó el torneo que cualquier entrenador sueña. Perfecto.

La alegría de los jugadores y del cuerpo técnico, lógica por haber alcanzado la histórica medalla, se entiende un poco más cuando se conoce lo que fue el camino previo. Un grupo de hombres unidos por un mismo sueño que pasan miles de adversidades -personales y/o grupales-, dejan de ver a su familia durante mucho tiempo y, al final, se meten en la historia del deporte argentino. Felicitaciones.

(Desde Río) Los valores, la medalla más valiosa de la Generación Dorada


Y el día menos deseado llegó. La Generación Dorada tuvo su último partido en Río 2016, poniéndole punto final a lo que es, hasta hoy, la mejor selección en la historia del deporte argentino.

Quizás no era justo que Manu, Luifa, Chapu y también Delfino se despidan con una goleada ante Estados Unidos, pero este equipo también fue eso: saber perder, crecer, levantar la cabeza y seguir.  

Lograron cosas imposibles. Desde aplastar al Dream Team dos veces hasta conseguir dos medallas olímpicas. Se ganaron el respeto del mundo entero y mostraron otra forma de jugar al basquet reconocida por los mejores jugadores y entrenadores de la NBA.


Pero lo mas valioso que consiguieron fue algo difícil de lograr en Argentina: dejar un legado. De que juntos siempre va a ser mejor, de que nada es imposible y de que cuando las cosas se ponen negras es cuando más hay que comprometerse. 

A la Generación Dorada no le alcanzó el subcampeonato mundial del 2002 que ganó el oro en Atenas 2004. Un triple fallado del Chapu privó al equipo de un nuevo podio en 2006, pero en 2008, sin Manu, el equipo volvió a lograr una medalla. En 2012 se escapó en el final, y en 2016, al menos, Nocioni se sacó la espina con un triplazo para ganarle a Brasil. Siempre fue por más.

Sin embargo, no solo se lograron cosas adentro de la cancha sino que tambien se plantaron ante las autoridades de la CABB cuando las cosas no andaban bien. Si eso no ea dar el ejemplo...

Para adelante, habrá que trabajar y foguear a um grupo de jugadores con calidad pero que todavía deben crecer. A los ídolos, solo queda agradecerles. Quedarán en la historia. Gracias para siempre.



(Ver videos en @misionolimpica)

(Desde Río) Alegrías y medallas, históricas e inéditas


Los días son cambiantes en los Juegos Olímpicos. Una mala jornada se puede revertir al día siguiente y viceversa. A Argentina le pasó, entre otros días, el lunes y martes. 

El lunes había comenzado bien con la clasificación del voley, aunque el cruce con Brasil en cuartos bajó un poco la euforia. Nadie quiere medirse con el local y menos si se trata de un rival muy fuerte.

Por la noche, se terminó de cerrar una jornada para el olvido con la derrota ante España en basquet y la noticia del cruce con Estados Unidos. Luego, la eliminación de los Gladiadores. Todo mal. Sin embargo...


El martes fue un día completo e histórico, como todos los días en donde se consiguen medallas. ¡Y mucho más si son inéditas! Los Leones pudieron dar el golpe que fueron a buscar y están en la final, por primera vez en la historia. Después, el eterno Santiago Lange junto a Cecilia Carranza le dieron al Yachting la medalla que faltaba.

Por cuestión de horarios, Misión Olímpica estuvo en Deodoro, con Los Leones. Lo que se vivió fue, sin dudas, una de las mayores alegrías de los Juegos. Porque nunca se había llegado a esa instancia y por la tremenda demostración que dio el equipo del Chapa Retegui. 

Argentina se llevó puesto a Alemania. Los europeos se miraban entre ellos y no entendían el partido que estaba haciendo la selección. Y en el desconcierto alemán, Argentina aprovechó. Y entraron todas. 



La hinchada cantando sin parar bajo un sol que dejó marcas en la piel de varios, el equipo jugando un hockey de lujo y una medalla más que vuelve al país hicieron que la tarde de Deodoro sea perfecta. Pero no inmejorable: todavía falta la final. ¿Y cómo no confiar en este equipo?

Pueden ver todos los videos del partido en la cuenta de Twitter: @misionolimpica