Cinco claves para mejorar el deporte olímpico de cara a Tokio 2020



Pasaron los Juegos Olímpicos de Río 2016, los primeros en los que el ENARD, creado en el año 2010, apoyó económicamente a los atletas argentinos durante todo el ciclo olímpico.

Sin embargo, más allá de las becas, las cuales cada deportista remarca la importancia de tenerlas, sabiendo que antes no existían, hay algunos factores que Argentina debe mejorar -o potenciar- pensando a futuro, si quiere verse cada vez más arriba en el medallero.

INFRAESTRUCTURA: de nada sirve financiar un viaje al exterior, si en el país no hay espacio físico para poder entrenar en condiciones normales. Joana Palacios, la pesista que representó al país en Río 2016, sostuvo luego de participar que practicaba debajo de la tribuna del estadio Jorge Newbery de Rosario.

Por parte del Comité Olímpico Argentino (COA) la idea -y el sueño- es tener otro centro de alto rendimiento como el Cenard, pero en el sur de la Ciudad de Buenos Aires.



PROFESIONALIZAR ENTRENADORES Y DIRIGENTES: algunos atletas, finalizados los Juegos, remarcaron la necesidad de tener entrenadores y dirigentes que estén a la altura. En algunos casos, las federaciones son las que terminan eligiendo al coach de un equipo (sea natación, taekwondo, judo, ciclismo, etc) y muchas veces, como en la vida, las elecciones son a dedo y responden a diversos intereses.

Amigos del poder, conocidos; gente que no está capacitada y termina entorpeciendo el trabajo de atletas que tienen mucho potencial y se ven perjudicados. Los dirigentes, encargados de tomar estas decisiones, también deben estar a la altura. Se necesita profesionalizar ambos puestos.

FEDERALISMO: la mayoría de los atletas tienen que entrenarse en Buenos Aires, dejando familia, amigos y todo en sus ciudades natales. Tener centros de desarrollo deportivo en el interior del país sería algo ideal.

MINISTERIO DE DEPORTES: es el próximo paso con el que sueña Werthein. Las potencias mundiales siguieron este camino para llegar al éxito deportivo. En la actualidad, existe un Ministerio de Educación y Deportes (preside Esteban Bullrich), aunque la idea sería tener uno propio.

APOYAR, MÁS ALLÁ DEL RESULTADO: en la actualidad, el ENARD exige resultados a la hora de becar a deportistas. Es decir, si no se consiguen determinados objetivos, se retira el apoyo económico. La ayuda, en algunos casos, puede terminar convirtiéndose en una presió.

Río 2016: evaluación de los Juegos dejando de lado el medallero



Los Juegos Olímpicos de Río 2016 llegaron a su fin y, como sucede después de cada acontecimiento de esta envergadura, llegó la hora de hacer una evaluación de lo que fueron unos Juegos con muchas emociones para el deporte argentino pero sin la cantidad de medallas que vaticinaban desde el Comité Olímpico Argentino (COA). Al menos, su presidente, Gerardo Werthein, sostuvo en la previa que Argentina iba a conseguir seis podios.

Indudablemente las tres medallas doradas logradas le dan otro sabor a la evaluación, ya que no se conseguía esa cifra desde Londres 1948. Sin embargo, y teniendo en cuenta el apoyo económico (225 millones de dólares) que tuvieron los atletas argentinos en el ciclo olímpico camino a Río 2016, no hubo una gran evolución.

Tres de los medallistas ya se habían subido alguna vez al podio (Paula Pareto, Juan Martín Del Potro y Santiago Lange), mientras que el oro de Los Leones refleja la continuidad del hockey en el medallero olímpico, como hasta entonces habían sido con Las Leonas. Difícil determinar si los logros fueron producto de un trabajo por parte de la Secretaría de Deporte y el ENARD, o si se trata de, propiamente, méritos individuales.



Algo que sí hay que tener en cuenta es que no habrá que desmotivarse cuando en Tokio 2020, el número de clasificados sea menor a los 216 que terminaron participando en Río. Brasil, por ser anfitrión, liberó algunos cupos, como los del voley o el handball femenino, que permitieron que estas disciplinas tengan su debut en un Juego Olímpico. Otros, claro, cada vez la tienen más complicada, como es el caso del básquet, ya sin la Generación Dorada, o el fútbol, que primero deberá resolver otros problemas para volver a ser. Los Gladiadores, a su vez, también tendrán una tarea muy difícil.

En cuanto a los deportes en grupo, la selección de Julio Velasco es la que más entusiasmo genera. A pesar de despedirse más rápido de lo que todos esperaban en Río 2016, de la mano de un líder, acompañado por un grupo de jugadores con mucha calidad, deja grandes sensaciones de cara a futuro.

A su vez, los 11 diplomas olímpicos sí superaron a los 10 de Londres, aunque quedó el sabor agridulce de Braian Toledo y Germán Chiaraviglio, quienes avanzaron a la final pero no pudieron meterse entre los primeros ocho. Braian, sin ninguna duda, es la mayor esperanza argentina mirando hacia Tokio. Con 22 años, habrá que acompañarlo sabiendo respetar los tiempos de un proceso de crecimiento, pero demostró que condiciones tiene y es un potencial candidato a darle grandes alegrías al deporte argentino.



Algunas sensaciones feas que quedaron de los Juegos fueron el desempeño de Las Leonas, que deberán superar un difícil proceso de recambio sin Luciana Aymar que quizás sea sin los podios a los que están acostumbradas, mientras que la actuación de Federico Grabich, sin poder avanzar a las semifinales, fue un duro golpe para sus ilusiones, luego de haber sido campeón panamericano y de lograr un 3º puesto en el Mundial de Kazan.

En resumen, no deberíamos dejarnos llevar por los 3 oros -aunque sí reconocerlos, claro- y habrá que rever el tema del apoyo: de nada sirve solventar un viaje al exterior para competir, cuando después un atleta argentino no tiene lugar para entrenarse en su propio país. Hay material para competir a futuro, pero deberá estar acompañado de un proyecto a mediano y largo plazo, que además de pagar viajes, deberá impulsar a los más chicos a practicar diversas disciplinas, al igual que promover y difundir el deporte fuera de las grandes capitales. Los Juegos Olímpicos de la Juventud, en 2018, será el primer gran desafío de la dirigencia.

Rio 2016: la experiencia de vivir los JJ.OO. sintiéndose "local"



Son las 7.15 del lunes 15 de agosto y la 'Central do Brasil', el epicentro del transporte público de Río de Janeiro parece la terminal de Retiro. Decenas de camisetas celestes y blancas van derecho a tomar el tren que los deje en la estación "Maracaná", porque juega la selección de voley ante Egipto.

La escena puede repetirse en el Metro o en el Transolímpico, camino al Parque Olímpico de Barra da Tijuca. La imagen es la misma siempre: cientos y miles de argentinos en las calles de a cidade maravilhosa. "Ohhhh, te copamos Río, brasilero, pecho frío...", es la primera canción que surge para mostrar lo que se vive en Río de Janeiro.

Los cariocas, que hinchan por cada país que se enfrenta a cualquier representante argentino, en la disciplina que sea, se preguntan una y mil veces entre ellos qué es lo que tiene que pasar para que la hinchada argentina se calme. No hay caso. Cualquier excusa viene bien para juntarse en grupo y gritar "Vamos, vamos, Argentina, vamos, vamos, a ganar...".

La convivencia con los brasileños es normal en la calle pero complicada dentro de cada estadio. Mucho más cuando, además de gritar los goles/tantos del rival de Argentina, quieren cargar. Por momentos el clima se caldea y hasta vuelan algunas piñas al aire. Es difícil soportar el gaste de una persona que se burla en tu cara de que tu selección está quedando eliminada. Más de uno cuenta hasta mil para no reaccionar, algo que a cierta altura ya es más que valorable.

En los modernosos estadios, un promedio de 3 mil personas van a ver a los deportes en grupo. Todos los partidos, claro, se viven como uno de fútbol. "Argentina vamos, ponga huevo, que ganamos...", "[...] Porque los jugadores me van a demostrar... Que salen a ganar, quieren salir campeón, que lo llevan a dentro, como lo llevo yo...", retumban cada lugar. Se le pone la piel de gallina hasta al más duro.

Cuando se termina cada partido, la hinchada se queda un tiempo más cantando, compitiendo por su propio orgullo que, si hubiera un medallero que lo representara, indicaría que está primero cómodo. Los argentinos se sienten, por momentos, dueños de Río de Janeiro y locales. No es para menos, en cada sede de los Juegos Olímpicos, hay un hincha gritando por Argentina. A las 3 medallas doradas que se lleva la delegación, hay que sumarle una más: la que ganaron los miles que viajaron a Brasil.

Los Leones y la satisfacción de concretar los sueños que se planifican



Son las 6 a.m y suena el despertador para Los Leones. Falta un día menos para los Juegos Olímpicos de Río 2016 y hay que ir a entrenar. La situación puede referirse a cualquier día de preparación del último tiempo. No importa qué esté pasando afuera. El objetivo es claro y no hay tiempo para desviarse del camino. Ni tampoco ganas, porque si hay algo que hace a un campeón olímpico, es el convencimiento.

Bajo las órdenes del Chapa Retegui, el plantel realiza una pretemporada en Mar del Plata de dos semanas. Los jugadores corren de 32 a 35 kilómetros por día, según indica el GPS. Si están cansados, se entrena. Si hay dolores, también se entrena. "Cuando el cuerpo se acostumbra a entrenar, no te lesionás", dijo en algún momento el DT. Los jugadores, convencidos, cumplen a rajatabla. Disciplina, otro de los elementos vitales para ser campeón olímpico.

El oro de los Leones no se construyó de un día para el otro. Hubo derrotas, hubo momentos difíciles, se fue subiendo la vara, hubo juveniles campeones en 2005 que se consolidaron en la mayor, hasta que, en 2014, el equipo se subió al podio en el Mundial de la Haya. Todo dejó de parecer "imposible".
La selección fue formando el título olímpico durante años. Lo pensó, lo soñó, se lo imaginó todo el tiempo. El primer paso fue creer que se podía. El segundo, lógicamente, fue trabajar durante todo el ciclo olímpico en lograr el objetivo. Y cuando uno puede alcanzar lo que planificó durante tanto tiempo, el sabor es otro.

Los Leones fueron mejor que todos. Físicamente, Argentina pasó por arriba a todos sus rivales y nunca le importó a quién tenía enfrente. Mostró un juego disciplinado, y jugó el torneo que cualquier entrenador sueña. Perfecto.

La alegría de los jugadores y del cuerpo técnico, lógica por haber alcanzado la histórica medalla, se entiende un poco más cuando se conoce lo que fue el camino previo. Un grupo de hombres unidos por un mismo sueño que pasan miles de adversidades -personales y/o grupales-, dejan de ver a su familia durante mucho tiempo y, al final, se meten en la historia del deporte argentino. Felicitaciones.

(Desde Río) Los valores, la medalla más valiosa de la Generación Dorada


Y el día menos deseado llegó. La Generación Dorada tuvo su último partido en Río 2016, poniéndole punto final a lo que es, hasta hoy, la mejor selección en la historia del deporte argentino.

Quizás no era justo que Manu, Luifa, Chapu y también Delfino se despidan con una goleada ante Estados Unidos, pero este equipo también fue eso: saber perder, crecer, levantar la cabeza y seguir.  

Lograron cosas imposibles. Desde aplastar al Dream Team dos veces hasta conseguir dos medallas olímpicas. Se ganaron el respeto del mundo entero y mostraron otra forma de jugar al basquet reconocida por los mejores jugadores y entrenadores de la NBA.


Pero lo mas valioso que consiguieron fue algo difícil de lograr en Argentina: dejar un legado. De que juntos siempre va a ser mejor, de que nada es imposible y de que cuando las cosas se ponen negras es cuando más hay que comprometerse. 

A la Generación Dorada no le alcanzó el subcampeonato mundial del 2002 que ganó el oro en Atenas 2004. Un triple fallado del Chapu privó al equipo de un nuevo podio en 2006, pero en 2008, sin Manu, el equipo volvió a lograr una medalla. En 2012 se escapó en el final, y en 2016, al menos, Nocioni se sacó la espina con un triplazo para ganarle a Brasil. Siempre fue por más.

Sin embargo, no solo se lograron cosas adentro de la cancha sino que tambien se plantaron ante las autoridades de la CABB cuando las cosas no andaban bien. Si eso no ea dar el ejemplo...

Para adelante, habrá que trabajar y foguear a um grupo de jugadores con calidad pero que todavía deben crecer. A los ídolos, solo queda agradecerles. Quedarán en la historia. Gracias para siempre.



(Ver videos en @misionolimpica)

(Desde Río) Alegrías y medallas, históricas e inéditas


Los días son cambiantes en los Juegos Olímpicos. Una mala jornada se puede revertir al día siguiente y viceversa. A Argentina le pasó, entre otros días, el lunes y martes. 

El lunes había comenzado bien con la clasificación del voley, aunque el cruce con Brasil en cuartos bajó un poco la euforia. Nadie quiere medirse con el local y menos si se trata de un rival muy fuerte.

Por la noche, se terminó de cerrar una jornada para el olvido con la derrota ante España en basquet y la noticia del cruce con Estados Unidos. Luego, la eliminación de los Gladiadores. Todo mal. Sin embargo...


El martes fue un día completo e histórico, como todos los días en donde se consiguen medallas. ¡Y mucho más si son inéditas! Los Leones pudieron dar el golpe que fueron a buscar y están en la final, por primera vez en la historia. Después, el eterno Santiago Lange junto a Cecilia Carranza le dieron al Yachting la medalla que faltaba.

Por cuestión de horarios, Misión Olímpica estuvo en Deodoro, con Los Leones. Lo que se vivió fue, sin dudas, una de las mayores alegrías de los Juegos. Porque nunca se había llegado a esa instancia y por la tremenda demostración que dio el equipo del Chapa Retegui. 

Argentina se llevó puesto a Alemania. Los europeos se miraban entre ellos y no entendían el partido que estaba haciendo la selección. Y en el desconcierto alemán, Argentina aprovechó. Y entraron todas. 



La hinchada cantando sin parar bajo un sol que dejó marcas en la piel de varios, el equipo jugando un hockey de lujo y una medalla más que vuelve al país hicieron que la tarde de Deodoro sea perfecta. Pero no inmejorable: todavía falta la final. ¿Y cómo no confiar en este equipo?

Pueden ver todos los videos del partido en la cuenta de Twitter: @misionolimpica

(Desde Río) Clasificación histórica y fiesta en el Maracanazinho



Río de Janeiro-. El seleccionado de voley no se conformaba con ganarle a Rusia en los Juegos Olímpicos. El objetivo era otro (llegar a cuartos) y no solo se cumplió, sino que haciendo historia y pasando primeros en el grupo. Al menos avanzar de fase era el primero, claro. Ahora van por todo.

Misión Olímpica estuvo en el Maracanazinho (¡Qué estadio por favor!) y la fiesta argentina fue completa. Con el público brasileño gritando "Egipto, Egipto", la hinchada gritó fuerte y le dio el empuje necesario al equipo en el último set cuando los rivales se acercaron.



Los jugadores, emocionados, festejaron con la gente la clasificación histórica y se sacaron fotos con los hinchas que estaban en la primera fila. Bueno, y también con los que violaron permisos y se metieron a la primera fila, en donde había muchos familiares del plantel.

Ver todos los videos y fotos en la cuenta de Twitter: @misionolimpica



Gracias, pase lo que pase



No hay mejores ejemplos para demostrar qué significan los Juegos Olímpicos que poniendo sobre la mesa a Juan Martín Del Potro y a la Generación Dorada: jugadores multimillonarios, recontra consagrados que compiten en los JJ.OO., sinónimo de amateurismo (al menos esa es su esencia), que dejan la vida por alzarse una medalla olímpica.

El 13 de agosto, a partir de ahora, tranquílamente podría ser decretado como el día internacional de los huevos y el corazón. Y de los nervios, por qué no, también. Porque no existe otra explicación racional para referirse a lo que consiguieron el tandilense y el básquetbol.

Es cierto, ya lo había dicho Manu Ginóbili (qué oportuno sos para aparecer en los partidos, viejito): no alcanza con la garra, hay que jugar bien. Sí, tenés razón. Pero, a veces, cuando no se puede jugar bien, cuando las piernas no dan más, cuando ya casi ni se puede pensar, el plus se saca de otro lado. Y ese plus, estos tipos, lo llevan en la sangre.



La selección estaba en la lona, el estadio se venía abajo de brasileños y ahí entró en acción él, el alma del equipo: Andrés Nocioni. A base de triples, claro, pero mostrando que nunca hay que dar un partido por perdido, contagió al equipo y en especial a uno, que a pesar de ser el más bajito, demostró ser un gigante, como lo es Facu Campazzo.

Después de que bajen de la garganta con la Selección, la frutilla del postre la dio Del Potro. ¿A él le van a hablar de corazón? Juega con el corazón en la mano desde hace cinco partidos, porque, físicamente, él sabe no le alcanza.



Del Potro sabe que si juega en condiciones normales no puede vencer a los más poderosos y, por eso, se exige hasta el límite, poniendo en riesgo su físico, para ganar en cada batalla, de las que, hasta ahora, salió en todas llorando. Es alegría, es emoción, pero también es dolor: el tandilense está dejando hasta su último suspiro por conseguir el oro olímpico.

Ganen o no, no hay palabras para describir lo que fue una de las páginas más doradas en la historia del deporte argentino. Pusieron la bandera argentina otra vez en lo más alto y demostraron, siendo los más profesionales de la competencia, que cuando se representa al país, el espíritu amateur es su ADN. Gracias, pase lo que pase.

Entrenar sin apoyo y la exigencia de resultados, la vida del atleta olímpico



Lucía Palermo, remera, termina su carrera de single sculls sin poder avanzar a las semifinales, algo que era muy difícil -según la propia atleta-, y no puede aguantar su tristeza, independientemente del resultado. "Pasé los peores dos años de mi carrera. No me dejaron entrenar con mi entrenador, tuve que vivir situaciones muy difíciles... así es muy complicado todo", dice, entre lágrimas.

Se podría decir que un deportista se prepara durante cuatro años, muchas veces en condiciones precarias y sacando plata de su bolsillo, para competir durante algunos pocos minutos y para que, luego, sin importar todo el esfuerzo hecho durante el ciclo olímpico, algunos solo miren el resultado: si no ganaste una medalla, no servís.
Si bien el apoyo del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) creció de cara a Río 2016, todavía las condiciones de entrenamiento son infinítamente lejanas a las de potencias olímpicas -y no tanto- y la presión para los atletas es grande: si no se consiguen resultados, la beca se reduce.
Joana Palacios, a quien la suerte le guiñó el ojo para poder entrar en los Juegos Olímpicos (se cayeron rivales por casos de dopaje), les dio un baño de realidad a quienes no están empapados de lo que es ser atleta olímpico, después de conseguir un valioso 11° puesto en su primera experiencia olímpica.

“La verdad que se me complica mucho. No tengo apoyo y me gustaría tener un entrenador y poder concentrarme en lo que hago”, dijo en diálogo con TyC Sports, la pesista que apenas tiene 19 años y es entrenada por su padre, un ex fletero y trabajador del Mercado de Concentración ubicado en Fisherton (Santa Fe).

Ni que hablar para aquellos que llegan con expectativas altas e ilusiones de alcanzar, por qué no, algún podio. El caso más emblemático, en estos JJ.OO. es el de Federico Grabich, el nadador de Casilda que tenía todos los flashes puestos en su competencia de 100m libres, después de ganar el oro panamericano y ser 3° en el Mundial de Kazan 2015. No llegó a semifinales.

"Necesitamos puesta a punto en cada torneo mientras el resto se enfoca en el ciclo olímpico. Pero no tengo que dar explicaciones. Somos un país exitista y no tengo excusas", dijo al finalizar la carrera, en medio de la tristeza y la bronca de no haber podido lograr su objetivo.

En medio de la desazón por no conseguir resultados, bien vale reconocer el esfuerzo y la dignidad con la que compiten todos los atletas, además de, antes de exigir una medalla, apoyar y difundir el deporte olímpico. Los resultados, después, llegan solos.

De la Peque al Gigante: Del Potro y una victoria que vale más que una medalla



"¡Qué mala suerte tuvo Del Potro, le tocó Djokovic en primera ronda!", fue la frase que muchos soltaron al ver el sorteo del cuadro olímpico de tenis. La frase no era desacertada, claro, pero ocultaba lo que era también una verdad: Djokovic también había tenido mala suerte. Y, quizás, hasta más que la Torre.

Lo más lógico, ya que Del Potro no era preclasificado, era que le tocara un rival duro. Obviamente Djokovic era el extremo, pero seguro el tandilense tendría algún preclasificado enfrente. Sin embargo, a Nole, por ser el mejor, le tocó de los peores, el que más lo complica. Y más si tenemos en cuenta un dato: representando a sus países, el argentino siempre se había llevado la victoria (Copa Davis 2011 y JJ.OO. 2012).

Además, como habitualmente se dice en el tenis, mejor cruzarse con los mejores en las primeras rondas, cuando todavía no alcanzaron su punto alto de rendimiento en el torneo. Dichas estas suposiciones, ni el más optimista hubiera imaginado tremendo batacazo.

Después de la emoción con la Peque Pareto, parecía difícil volver a vivir algo así en estos Juegos, pero lo de Del Potro está a la altura. El tandilense jugó el partido soñado, el único que podía hacer posible una victoria ante el serbio, que se fue llorando de la cancha.

Más allá del resultado, el triunfo de Del Potro es la ratificación de que está de vuelta. Y, que esté feliz, en una cancha de tenis y, sobre todo, bien de salud -pese a todavía no al 100% físicamente- vale más que una medalla.

"Sos gigante, Paula Pareto", escribió el tandilense después de la medalla dorada de la judoca. Entre Del Potro, y la Peque, la única diferencia es la altura.

Pequeña y dorada: Pareto, una leyenda del deporte argentino



Llora. Se abraza con su entrenadora. Se tira a la tribuna. Festeja. Paula Pareto no sabe cómo festejar la medalla dorada que acaba de ganar en los Juegos Olímpicos. Quizás sea muy temprano entender lo que acaba de conseguir, pero es cuestión de horas: la Peque es la primera deportista mujer en lograr una medalla de oro.

Campeona mundial, campeona panamericana, medallista de bronce en Beijing 2008, el oro olímpico terminó de consagrar, si es que hacía falta, a la Peque como una leyenda del deporte nacional.
Una luchadora no solo en el tatami sino también en la vida, ya que en el 2011, una lesión en las cervicales le puso un freno a su carrera, que hasta pudo haber terminado en ese momento. No le importó.

Pareto siguió y hasta consiguió otro título, aunque en este caso personal, recibiéndose de médica en la UBA y sin dejar los entrenamientos. Una historia llena de sacrificios y de logros, que merecía alcanzar este momento.
Con 30 años, la Peque completa su CV con el título olímpico, aunque, más allá de los papeles, la judoca argentina, además de ser campeona, pasó a marcar un antes y un después en la historia del deporte olímpico argentino. ¿Si va a estar en Tokio 2020? No sabemos. Mientras tanto, a disfrutar. ¡Sos gigante, Peque!

PARETO, Y LA IMPORTANCIA DE LAS FORMAS

Muchas veces, en el fútbol (esa maldita costumbre que tenemos los argentinos de 'futbolizar' todo en la vida), se habla de "ganar como sea". Se analiza el resultado final y no mucho más. Lo importante es ganar y no interesan las formas.

Bien podría aplicarse esa ¿fórmula? en el judo, un deporte en el que alcanzan las "penalizaciones" para ganar un combate. Es decir, una judoca puede triunfar sin hacer puntos por mérito propio. Por ejemplo, una defensa ilegal de una rival significaría una penalización y, con eso, sobra para resultar victoriosa.

La Peque ganó todos sus combates consiguiendo puntos por sus propios medios. No especuló en ningún momento. Fue a buscar a sus rivales siempre y, lejos de "ver qué pasaba", se llevó todas sus victorias a fuerza de ataques. ¿Vale lo mismo la medalla de oro? Claro que sí. Pero tiene otro gusto.


















Arrancan los Juegos: ¿Cuál es la Misión Olímpica de la delegación argentina?



Al fin llegó el día. Los Juegos de Río de Janeiro, quizás los más "manoseados" del último tiempo, tienen su inicio en medio de quejas por las instalaciones de la Villa Olímpica, casos de doping que hacen caer a los más poderosos atletas rusos y la pregunta que, indefectiblemente, nos hacemos cuando llega esta competencia, mostrando el exitismo que nos caracteriza. ¿Cuántas medallas vamos a ganar?.

Por eso, para hacer mención al nombre de este humilde blog, planteamos en este post cuál es la Misión Olímpica de la delegación nacional. Claro que, si hablamos de misión, estamos hablando de un objetivo y, según el propio Gerardo Werthein, presidente del Comité Olímpico Internacional (COA), el objetivo es superar las 4 medallas logradas en Londres 2012 (1 oro, 1 pata y 2 bronces) y los 10 diplomas (del 4º al 8º lugar).

En principio, cuando hablamos de candidatos a medallas, debemos remontarnos a los antecedentes. Los mismos, entonces, dicen que el fútbol masculino (oro en sus últimas dos participaciones y 1º preclasificado) es uno de los candidatos. Las Leonas, por cierto, se imponen por historia y peso específico (2º preclasificadas), al igual que Paula Pareto (3º preclasificada, bronce en Beijing 2008) y la selección de básquet, que tendrá la última función de la Generación Dorada.

Detrás de este pelotón, aparecen algunas disciplinas y atletas que, candidatos a un diploma, pelearán, lógicamente, por alcanzar una medalla olímpica.



Juan Martín Del Potro (Tenis): cuando se bajaban muchos top ten y todo parecía encaminarse para un buen torneo, le tocó Novak Djokovic en la primera ronda. Duro revés para el tandilense.
Los Leones (Hockey): vienen teniendo grandes torneos y ganándole a potencias. No sería descabellado que se metan en una semifinal. Los anotamos en la lista de "batacazos probables".
Los Pumas (Rugby): de buen cierre en el circuito mundial, aspiran a conseguir el mejor lugar en el grupo para evitar un duro rival en cuartos. Difícil aspirar a un podio.
Yamil Peralta (Boxeo): se quedó con las ganas -y la bronca- en Londres 2012. Con más experiencia, intentará alcanzar la semi y asegurarse, al menos, la de bronce. Hay confianza y material para ilusionarse. Le ponemos una ficha.
Alberto Melián (Boxeo): le costó clasificarse pero se metió en los Juegos e irá por todo. Difícil.
Patricia Bermúdez (Lucha): en diálogo con este blog, contó que "puede pasar cualquier cosa". En principio, estar entre las mejores 8º sería un buen resultado.



Federico Grabich (Natación): imposible no ilusionarse con el nadador de Casilda, 3º en el Mundial de Kazan en 2015 en 100m libres. De meterse en la final, aspira a todo. Le ponemos una ficha también.
Emiliano Grillo (Golf): como Del Potro, sus chances se incrementaron por muchas bajas importantes. Viene en ascenso y... ¿por qué no ilusionarse?
Santiago Lange/Cecilia Carranza (Vela): nunca hay que menospreciar a un navegante como Lange, por su experiencia en JJ.OO., ya con medalla y teniendo en cuenta que el Yachting le ha dado al país preseas anteriormente.
Lucas Calabrese/Juan De la Fuente (Vela): la pareja argentina también peleará por estar entre los primeros 8, a priori, y por qué no ilusionarse si se llega a la medal race con chances. En Londres, se llevaron la de bronce.
Federico Gil (Tiro): ya sabe lo que es competir en finales y consiguió buenas posiciones en torneos por el mundo. Lo anotamos como una fija para conseguir diploma.