(Desde Río) Los valores, la medalla más valiosa de la Generación Dorada


Y el día menos deseado llegó. La Generación Dorada tuvo su último partido en Río 2016, poniéndole punto final a lo que es, hasta hoy, la mejor selección en la historia del deporte argentino.

Quizás no era justo que Manu, Luifa, Chapu y también Delfino se despidan con una goleada ante Estados Unidos, pero este equipo también fue eso: saber perder, crecer, levantar la cabeza y seguir.  

Lograron cosas imposibles. Desde aplastar al Dream Team dos veces hasta conseguir dos medallas olímpicas. Se ganaron el respeto del mundo entero y mostraron otra forma de jugar al basquet reconocida por los mejores jugadores y entrenadores de la NBA.


Pero lo mas valioso que consiguieron fue algo difícil de lograr en Argentina: dejar un legado. De que juntos siempre va a ser mejor, de que nada es imposible y de que cuando las cosas se ponen negras es cuando más hay que comprometerse. 

A la Generación Dorada no le alcanzó el subcampeonato mundial del 2002 que ganó el oro en Atenas 2004. Un triple fallado del Chapu privó al equipo de un nuevo podio en 2006, pero en 2008, sin Manu, el equipo volvió a lograr una medalla. En 2012 se escapó en el final, y en 2016, al menos, Nocioni se sacó la espina con un triplazo para ganarle a Brasil. Siempre fue por más.

Sin embargo, no solo se lograron cosas adentro de la cancha sino que tambien se plantaron ante las autoridades de la CABB cuando las cosas no andaban bien. Si eso no ea dar el ejemplo...

Para adelante, habrá que trabajar y foguear a um grupo de jugadores con calidad pero que todavía deben crecer. A los ídolos, solo queda agradecerles. Quedarán en la historia. Gracias para siempre.



(Ver videos en @misionolimpica)

(Desde Río) Alegrías y medallas, históricas e inéditas


Los días son cambiantes en los Juegos Olímpicos. Una mala jornada se puede revertir al día siguiente y viceversa. A Argentina le pasó, entre otros días, el lunes y martes. 

El lunes había comenzado bien con la clasificación del voley, aunque el cruce con Brasil en cuartos bajó un poco la euforia. Nadie quiere medirse con el local y menos si se trata de un rival muy fuerte.

Por la noche, se terminó de cerrar una jornada para el olvido con la derrota ante España en basquet y la noticia del cruce con Estados Unidos. Luego, la eliminación de los Gladiadores. Todo mal. Sin embargo...


El martes fue un día completo e histórico, como todos los días en donde se consiguen medallas. ¡Y mucho más si son inéditas! Los Leones pudieron dar el golpe que fueron a buscar y están en la final, por primera vez en la historia. Después, el eterno Santiago Lange junto a Cecilia Carranza le dieron al Yachting la medalla que faltaba.

Por cuestión de horarios, Misión Olímpica estuvo en Deodoro, con Los Leones. Lo que se vivió fue, sin dudas, una de las mayores alegrías de los Juegos. Porque nunca se había llegado a esa instancia y por la tremenda demostración que dio el equipo del Chapa Retegui. 

Argentina se llevó puesto a Alemania. Los europeos se miraban entre ellos y no entendían el partido que estaba haciendo la selección. Y en el desconcierto alemán, Argentina aprovechó. Y entraron todas. 



La hinchada cantando sin parar bajo un sol que dejó marcas en la piel de varios, el equipo jugando un hockey de lujo y una medalla más que vuelve al país hicieron que la tarde de Deodoro sea perfecta. Pero no inmejorable: todavía falta la final. ¿Y cómo no confiar en este equipo?

Pueden ver todos los videos del partido en la cuenta de Twitter: @misionolimpica

(Desde Río) Clasificación histórica y fiesta en el Maracanazinho



Río de Janeiro-. El seleccionado de voley no se conformaba con ganarle a Rusia en los Juegos Olímpicos. El objetivo era otro (llegar a cuartos) y no solo se cumplió, sino que haciendo historia y pasando primeros en el grupo. Al menos avanzar de fase era el primero, claro. Ahora van por todo.

Misión Olímpica estuvo en el Maracanazinho (¡Qué estadio por favor!) y la fiesta argentina fue completa. Con el público brasileño gritando "Egipto, Egipto", la hinchada gritó fuerte y le dio el empuje necesario al equipo en el último set cuando los rivales se acercaron.



Los jugadores, emocionados, festejaron con la gente la clasificación histórica y se sacaron fotos con los hinchas que estaban en la primera fila. Bueno, y también con los que violaron permisos y se metieron a la primera fila, en donde había muchos familiares del plantel.

Ver todos los videos y fotos en la cuenta de Twitter: @misionolimpica



Gracias, pase lo que pase



No hay mejores ejemplos para demostrar qué significan los Juegos Olímpicos que poniendo sobre la mesa a Juan Martín Del Potro y a la Generación Dorada: jugadores multimillonarios, recontra consagrados que compiten en los JJ.OO., sinónimo de amateurismo (al menos esa es su esencia), que dejan la vida por alzarse una medalla olímpica.

El 13 de agosto, a partir de ahora, tranquílamente podría ser decretado como el día internacional de los huevos y el corazón. Y de los nervios, por qué no, también. Porque no existe otra explicación racional para referirse a lo que consiguieron el tandilense y el básquetbol.

Es cierto, ya lo había dicho Manu Ginóbili (qué oportuno sos para aparecer en los partidos, viejito): no alcanza con la garra, hay que jugar bien. Sí, tenés razón. Pero, a veces, cuando no se puede jugar bien, cuando las piernas no dan más, cuando ya casi ni se puede pensar, el plus se saca de otro lado. Y ese plus, estos tipos, lo llevan en la sangre.



La selección estaba en la lona, el estadio se venía abajo de brasileños y ahí entró en acción él, el alma del equipo: Andrés Nocioni. A base de triples, claro, pero mostrando que nunca hay que dar un partido por perdido, contagió al equipo y en especial a uno, que a pesar de ser el más bajito, demostró ser un gigante, como lo es Facu Campazzo.

Después de que bajen de la garganta con la Selección, la frutilla del postre la dio Del Potro. ¿A él le van a hablar de corazón? Juega con el corazón en la mano desde hace cinco partidos, porque, físicamente, él sabe no le alcanza.



Del Potro sabe que si juega en condiciones normales no puede vencer a los más poderosos y, por eso, se exige hasta el límite, poniendo en riesgo su físico, para ganar en cada batalla, de las que, hasta ahora, salió en todas llorando. Es alegría, es emoción, pero también es dolor: el tandilense está dejando hasta su último suspiro por conseguir el oro olímpico.

Ganen o no, no hay palabras para describir lo que fue una de las páginas más doradas en la historia del deporte argentino. Pusieron la bandera argentina otra vez en lo más alto y demostraron, siendo los más profesionales de la competencia, que cuando se representa al país, el espíritu amateur es su ADN. Gracias, pase lo que pase.